lunes, 3 de mayo de 2010

Café intenso

Caminaba distraído por la calle cuando se encontró con una vieja amiga. No tenía muchas amistades por lo que no le costó aceptar tomar un café ya que no tenía nada mejor que hacer.
Llevaba una hora hablando con ella y cada palabra le sorprendía más que la anterior. Ella estaba ilusionada, emocionada, sus ojos brillaban con una intensidad inusual y una estupida sonrisa permanecía fija en su rostro.
Ella estaba enamorada, le estaba hablando de la magnifica relación que mantenía con su pareja, del romanticismo que había rodeado la forma en que se conocieron. De las ansias con las que esperaba su primer beso, del placer que sintió con su primer polvo.
Todo parecía maravilloso, como si alguien hubiera buscado las palabras perfectas para escribir una historia maravillosa de amor. Algo que como él bien sabía era imposible.
Se despidió de ella deseándole lo mejor aunque algo en su interior le decía que probablemente la próxima vez que se encontrasen todas las risas tornarían a lágrimas y aquel maravilloso hombre sería entonces el mayor cabrón que pisase el planeta.

Dice House que todos mentimos y no le falta razón. El problema es que por un momento te hagas más estupido de lo normal y te empieces a engañar a tí mismo. Ahí es donde tu vulnerabilidad adquiere una nueva dimensión. Donde la cosa más insignificante o incluso desagradable se transforma en un dulce gesto imposible hasta para el más perfecto ángel.

A ella le había pasado igual que a tanta otra gente, pensaba ante una taza de café que su vida acabaría al lado de su pareja y él estaba convencido de que su pareja en ese mismo momento seguramente pensase igual pero la vida no es como la imaginamos.

"Por suerte o por desgracia la vida es mucho más puta que cualquier sueño perfecto. Y cuando digo puta es en el sentido literal ya que toma todo de ti mientras la das algo a cambio y cuando quieres darte cuenta esta con otro y tú te encuentras vacío y pobre". Escribió en un folio en blanco que estaba junto al ordenador.

Pobreza de espíritu y vacío interior eran dos temas para el ya recurrentes y es que es ahí en la mayor miseria humana cuando cada uno encuentra respuestas para lo que tanto tiempo estuvo buscando.

"¿Porqué somos incapaces de aprender de nuestros propios errores?" pensó y se tumbó en la cama. El encuentro con su amiga habia sido agradable. Le había hecho recordarse a sí mismo que no podía volver a enamorarse nunca. Era demasiado débil.

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