miércoles, 28 de abril de 2010

A las 4 de la mañana...

El sudor adhería su camiseta a su pecho como si de una segunda piel se tratase. Miró el reloj y confirmo que las 4 de la mañana era una hora más que prudencial para meterse en la cama pero "Mañana no tengo nada que hacer" pensó y continuo escribiendo versos vacíos de sentido, ni rima ni sentimiento.

No sabía qué estaba escribiendo, no tenía tiempo para leerlo. Sus dedos como posesos y colgados hasta el culo de cocaína escribían frenéticos todas aquellas palabras que durante tanto tiempo se habían cuidado de no escribir...

El ordenador echaba humo y le empezaban a doler las manos pero cada letra que escribía más le relajaba. Encendío un cigarro y pensó "luego dicen que fumar no relaja" y de repente se sorprendió riendo solo en su habitación a oscuras.

Caminó hasta la cocina a por una cerveza bien fría y de vuelta a su habitación fue como ir recorriendo toda su vida a través de un largo tunel. Miles de imágenes abordaban su cabeza, recordó nostalgico su infancia y su pubertad, recordó los primeros y tímidos besos, los primeros polvos.

Se acordó de los antiguos compañeros, de los antiguos amigos, de las buenas amigas, recordó todos sus momentos. Recordó que una vez, sólo una vez, estuvo enamorado y se paró en mitad del pasillo. No es hora de pensar en eso, acabó su cerveza de un trago y volvió tras sus pasos para coger otra cerveza.

Esta vez no quiso dar opción a nada y camino rápido y fuerte, dejó la cerveza sobre la mesa y encendió un cigarro al que le pegó una fuerte calada.

Eran las 4 de la mañana de un día cualquiera y se encontraba solo en su cada, axfisiado de calor y destrozando su cuerpo lentamente. Se sintió orgulloso de sí mismo y apagó el ordenador. "Buenas noches querida vida"

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