martes, 4 de mayo de 2010

La última nota.

La gente se afana en perder más de un cuarto de su vida en que lo que falta sea un viaje "acomodado", sin muchas preocupaciones.
No nos damos cuenta de que la vida del ser humano es en muchos aspectos comparable a un árbol repleto de manzanas. Con certeza sabes que la mayoría caerán cuando esten maduras, listas para comer, su ciclo habrá terminado.
Sin embargo todos sabemos que muchas son las que se caen antes por causas naturales.

Cuando era pequeño sus abuelos tenían un manzano en la entrada de la casa y él jugaba con sus amigos y su hermano a arrancar las manzanas para tirarselas a los gatos. Era sin duda una gran diversión para ellos.

No obstante, nadie conocía en ese momento la enorme ironía que estaban llevando a cabo y es que por mucho que nos cueste asumirlo, todos y cada uno de nosotros somos "manzanas" pendiendo de un frágil ramo y cualquier viento fuerte o cualquier gamberro puede arrebatarnos de nuestro preciado árbol en un abrir y cerrar de ojos.

Él siempre se preguntaba que será lo primero que se piensa al estar muerto. Creía que sin duda cada uno se arrepentirá de todas las cosas que le quedaron por hacer y por miedo, vagancia, conformismo o apatía no hizo. Todas esas cosas que sin duda no podrá disfrutar.

Una sensación de angustia recorrió su cuerpo al darse cuenta de que en cualquier momento podía morir y por supuesto no queria irse sin decir la última palabra.
Cogió un folio en blanco y escribió con letras mayúsculas cinco palabras: AMOR, AMISTAD, PLACER, DIVERSIÓN, ORGULLO.

Y debajo escribrió unas breves líneas:
"He conocido a muchas personas en mi vida y todas y cada una de ellas me aportaron algo pero yo igual que todos he seleccionado lo mejor de cada uno desechando lo malo. Si tu pasaste por mi vida provocaste en mi al menos una de las palabras que están arriba escritas. Es inutil que te sientas triste por mi porque al fin y al cabo eres tú el que está jodido y yo no tengo que pagar ninguna factura este mes así que mi último deseo es que pienses que me diste y que te di yo a ti a cambio y la próxima vez que nos veamos dime qué te debo".

Lo leyó con calma y sonrió, sabía que mucha gente no lo entendería pero la gente que de realmente le conocían no esperaría menos de él que una despedida de ese calibre.

Encendió un cigarro mientras colgaba con una chincheta el papel en el corcho y pensó "Joder si sigo fumando cada vez me quedará menos para que alguien lea esto. Mañana mismo dejo de fumar" y comenzó a reirse a carcajadas.

lunes, 3 de mayo de 2010

Café intenso

Caminaba distraído por la calle cuando se encontró con una vieja amiga. No tenía muchas amistades por lo que no le costó aceptar tomar un café ya que no tenía nada mejor que hacer.
Llevaba una hora hablando con ella y cada palabra le sorprendía más que la anterior. Ella estaba ilusionada, emocionada, sus ojos brillaban con una intensidad inusual y una estupida sonrisa permanecía fija en su rostro.
Ella estaba enamorada, le estaba hablando de la magnifica relación que mantenía con su pareja, del romanticismo que había rodeado la forma en que se conocieron. De las ansias con las que esperaba su primer beso, del placer que sintió con su primer polvo.
Todo parecía maravilloso, como si alguien hubiera buscado las palabras perfectas para escribir una historia maravillosa de amor. Algo que como él bien sabía era imposible.
Se despidió de ella deseándole lo mejor aunque algo en su interior le decía que probablemente la próxima vez que se encontrasen todas las risas tornarían a lágrimas y aquel maravilloso hombre sería entonces el mayor cabrón que pisase el planeta.

Dice House que todos mentimos y no le falta razón. El problema es que por un momento te hagas más estupido de lo normal y te empieces a engañar a tí mismo. Ahí es donde tu vulnerabilidad adquiere una nueva dimensión. Donde la cosa más insignificante o incluso desagradable se transforma en un dulce gesto imposible hasta para el más perfecto ángel.

A ella le había pasado igual que a tanta otra gente, pensaba ante una taza de café que su vida acabaría al lado de su pareja y él estaba convencido de que su pareja en ese mismo momento seguramente pensase igual pero la vida no es como la imaginamos.

"Por suerte o por desgracia la vida es mucho más puta que cualquier sueño perfecto. Y cuando digo puta es en el sentido literal ya que toma todo de ti mientras la das algo a cambio y cuando quieres darte cuenta esta con otro y tú te encuentras vacío y pobre". Escribió en un folio en blanco que estaba junto al ordenador.

Pobreza de espíritu y vacío interior eran dos temas para el ya recurrentes y es que es ahí en la mayor miseria humana cuando cada uno encuentra respuestas para lo que tanto tiempo estuvo buscando.

"¿Porqué somos incapaces de aprender de nuestros propios errores?" pensó y se tumbó en la cama. El encuentro con su amiga habia sido agradable. Le había hecho recordarse a sí mismo que no podía volver a enamorarse nunca. Era demasiado débil.

domingo, 2 de mayo de 2010

Una mala comida.

Masticaba algo pesado con un sonrisa agria de lado. Algo como un chicle, algo que llevaba haciendole bola mucho mucho tiempo. Algo que no quiso ir tragando poco a poco y ahora debía hacerlo de golpe.

Se acordó de esa traumática situación que todos los niños pasan con sus madres en los que el hecho de comer un plato de verdura conlleva una puesta en escena digna del mejor de los dramaturgos y una actuación no parca en sentimiento que siempre acaba con un niño llorando y su cara bañada en mocos intentando tragar una bola de lo que unos minutos antes fue un delicioso plato de aquello que recomiendan todos los médicos y demás entendidos en dieta sana.

Lo suyo no era comida. Era algo mental. Estaba tragando aquella idea que tanto le había costado asumir. Hay mucha gente que debería alguna vez tragarse su orgullo, otros muchos las palabras que dicen, pero lo que más cuesta es cuando algo pasa de ser una idea a ser un hecho y te encuentras totalmente indefenso y desprevenido.

Ese es el momento importante, donde tienes que ser dueño de tu propia vida y asumir las cosas como vienen, sin rodeos, sin darles la espalda. Por que entonces, eso que no quisiste ver, aquello que no te gusto, se hará una bola pastosa y dura de tragar y al pasar por tu esofago sentirás una sensación muy desagradable de axfisia y entonces, justo entonces, cuando pienses que ese es un buen momento para morir la bola bajará. Y una vez haya pasado te dolerá durante algún tiempo pero al poco habrá pasado.

Únicamente tienes que asumirlo y aprender que la próxima vez lo comerás aun estando caliente y con aspecto "presentable" y no dejarás que haya otra bola grande.

Él acababa de experimentar esa sensación. Se encontraba inmovil en mitad del cementerio. Sus padres habían muerto. De repente una lágrima recorrió su mejilla y rapidamente la secó. Tenía 13 años.

.

Estaba pensando en tomar la opción más rápida. En ser débil, en tirarlo todo por la borda. Estaba pensando en quitarse la vida.

Surgió un debate moral en su cabeza en el mismo instante en el que empuñó la pistola que había conseguido.
¿Tenía él la potestad de arrebatarse su propia vida? No estaba seguro de aquello al igual que de otras muchas cosas.

No creía en ningun dios ni en nada que no fuera aquello que pudiera ver pero muchas veces habia sentido cosas y había experimentado otras muchas que su forma de pensar no podían explicar.

Dejó la pistola sobre la mesa y se paró a pensar. No sabía dónde estaba su límite pero estaba a punto de comprobarlo.

¿Y tú? ¿Conoces tus limites?

miércoles, 28 de abril de 2010

A las 4 de la mañana...

El sudor adhería su camiseta a su pecho como si de una segunda piel se tratase. Miró el reloj y confirmo que las 4 de la mañana era una hora más que prudencial para meterse en la cama pero "Mañana no tengo nada que hacer" pensó y continuo escribiendo versos vacíos de sentido, ni rima ni sentimiento.

No sabía qué estaba escribiendo, no tenía tiempo para leerlo. Sus dedos como posesos y colgados hasta el culo de cocaína escribían frenéticos todas aquellas palabras que durante tanto tiempo se habían cuidado de no escribir...

El ordenador echaba humo y le empezaban a doler las manos pero cada letra que escribía más le relajaba. Encendío un cigarro y pensó "luego dicen que fumar no relaja" y de repente se sorprendió riendo solo en su habitación a oscuras.

Caminó hasta la cocina a por una cerveza bien fría y de vuelta a su habitación fue como ir recorriendo toda su vida a través de un largo tunel. Miles de imágenes abordaban su cabeza, recordó nostalgico su infancia y su pubertad, recordó los primeros y tímidos besos, los primeros polvos.

Se acordó de los antiguos compañeros, de los antiguos amigos, de las buenas amigas, recordó todos sus momentos. Recordó que una vez, sólo una vez, estuvo enamorado y se paró en mitad del pasillo. No es hora de pensar en eso, acabó su cerveza de un trago y volvió tras sus pasos para coger otra cerveza.

Esta vez no quiso dar opción a nada y camino rápido y fuerte, dejó la cerveza sobre la mesa y encendió un cigarro al que le pegó una fuerte calada.

Eran las 4 de la mañana de un día cualquiera y se encontraba solo en su cada, axfisiado de calor y destrozando su cuerpo lentamente. Se sintió orgulloso de sí mismo y apagó el ordenador. "Buenas noches querida vida"

lunes, 26 de abril de 2010

Cuaderno de bitácora

"El sudor de mis pupilas
agalvana los pájaros del sueño,
atentos a la absurda retahíla
de los llantos huérfanos de dueño.

Inspirado en la noche soleada,
armando con mimo cada verso,
mis pupilas al asalto de Granada
luchan devanándome los sesos.

Despojado de mi único amuleto
cerceno los escombros de aquel día
y recojo de nuevo mis secretos.

Ahora miro mi cama vacía.
Acomoda mi corazón roto
esperando otra ducha de agua fría."


Dejó el boli sobre la mesa y apuró la última calada del cigarro. Echando el humo por la nariz repasó la hoja que acababa de ensuciar, hizo una pelota y la tiró a la papelera.

Definitivamente hoy no es un buen día para escribir pensó. Guardo su paquete de tabaco en el bolsillo trasero del pantalon y malhumorado salió de la casa dando un fuerte portazo.

Necesitaba caminar y buscar no sabía muy bien donde una nueva inspiración. ¿Por qué no en aquel bar?

sábado, 24 de abril de 2010

Domingo por la mañana

Cada mañana era un nuevo interrogante para él. No sabía que haría ni que pasaría, cada mañana era un día diferente y por lo tanto se preparaba para una nueva aventura al levantarse.

Lo cierto es que la mayoría eran aburridas y sin ninguna emoción, otras en cambio eran frenéticas y rayaban el absurdo.

Sus padres le habían dejado una importante herencia al morir con lo cual no tenía la necesidad de trabajar, así podía dedicar sus días a leer, escribir y lo que más le gustaba, pensar.

Pensaba sobre cualquier cosa y establecía diferentes patrones para el comportamiento humano. Por mucho que nos cueste asumirlo nos parecemos demasiado a los animales en muchas cosas, algunos más que otros.

Aquella mañana estaba sentado en su sofa pensando en un tema ya recurrente en su cabeza. El afán del ser humano por planificar su vida sin obtener ningún resultado. Eso es algo que él mismo había experimentado y le había acabado resultando fustrante.

Nos empeñamos en organizar nuestra vida, en planificar nuestros días muchas veces casi hasta el milimetro y no nos paramos a pensar que todos esos planes parten de una premisa que en algún momento puede ser erronea y es que cada uno de nosotros pensamos que mañana estaremos vivos.

Más allá de eso, nuestros planes suelen implicar a más gente y eso no suele funcionar la mayoría de las veces. Él nunca hacía planes, se limitaba a vivir el momento y esperar que algo se plantara ante él para decidir hacerlo o no. No pensaba en el mañana, le resultaba absurdo. Nunca tuvo que lamentarse de haber hecho planes de futuro imposibles de cumplir.

Eran las 11 y decidió que era un buen momento para dormir; los domingos estan para eso pensó y camino pausadamente hacia la cama, se tapo con una sábana y cerro los ojos. "Ojalá no me levante mañana porque alguien debe bajar la basura..."

viernes, 23 de abril de 2010

Una mañana en el retiro.

"Joder, me estoy haciendo mayor!" Pensó al descubrir algunas canas frente al espejo. Nunca le había importado su imagen peró por un momento pensó como un mortal más y durante una milésima de segundo visualizó una solitaria vejez a la espera de la muerte.

Sacudió la cabeza intentando evadir esa idea y colocó su pelo con la mano derecha, se enfundó una camisa de cuadros y unos pantalones pitillo desgastados y se dirigió hacía la puerta buscando desesperadamente en sus bolsillos. "El tabaco", volvió tras sus pasos y comenzó a revolver todo.

El orden no era uno de sus mayores fuertes, vivía en un piso pequeño y la basura se amontonaba de forma inverosimil a lo largo y ancho de los escasos 30 metros cuadrados. Tras cinco minutos de frustrante busqueda llegó a la conclusión de que no tenía tabaco en casa, la situación se había vuelto insostenible y la necesidad de salir de casa era aún mayor.

Media hora después sentado en "El retiro" con un cigarro de la mano observaba el estanque y de repente una sonrisa de lado se dibujo en su cara. La gente muchas veces cree nadar en un inmenso océano, en un mundo que no tiene límites, piensan que ellos son su propio límite. Por suerte para muchos y por desgracia para otros pocos él sabía que aquello no era así.

Nuestra vida no es más que nadar en un estanque, si llueve y no se cuida el agua se pondrá turbia y no podremos ver con claridad a nuestro alrededor, si por el contrario sabemos movernos y cuidamos nuestro estanque podremos ver sin problemas la luz de fuera.

Al fin y al cabo no deja de ser un estanque en el que tarde o temprano vuelves a caminar sobre tus propios pasos y es justo ahí cuando cometer errores por segunda vez es un delito grave.

Su estanque no era lodo, ni agua cristalina, él intentaba saltar al exterior, transgredir más que ninguno y en el fondo no era más que un pez inutil que una y otra vez se golpeaba de frente contra el cristal de su propia pecera.

Se levantó del banco y comenzó a caminar sin un rumbo fijo, no tenía nada que hacer aquella mañana más que esperar que llegará la noche.

jueves, 22 de abril de 2010

Capitulo 1. - Sin título-

Abrió los ojos y un fuerte dolor recorrió todo su cuerpo, su boca estaba pastosa y la intensa luz penetraba con excesiva fuerza en sus pupilas. Un desagradable zumbido merodeaba por sus oidos y poco a poco pudo ir discerniendo figuras. La habitación era blanca inmaculada, como la inocencia de un niño.

Sentía un fuerte dolor en el pecho, con sumo cuidado levantó la sábana y atónito observó como un enorme agujero le atravesaba a la altura del pecho, no tenía corazón. "Joder! Otra vez esa puta pesadilla" pensó al despertarse sobresaltado envuelto en un charco de sudor. Era otra axfisiante noche de julio en Madrid y todo se mostraba en aparente calma.

Encendió un cigarrillo y se acercó a la ventana. Se sentía extrañamente aliviado al comprobar que su vida no era peor ni mucho menos que la de la gente que le rodeaba. Cada mañana observaba risueño, como un niño pequeño al que le dan una piruleta, el trasiego de la gente que iba y venía y jugaba a imaginar cómo de desgraciadas serían sus vidas.

Todos en el fondo tenemos una vida miserable y estamos condenados a vivirla con la mayor dignidad posible pero para él todo aquello estaba sobrevalorado. El día que comenzaría en breves no iba a ser mucho mejor que sus sueños. Apagó el cigarro y volvió a meterse en la cama.

miércoles, 21 de abril de 2010

Prólogo

Su nombre era... Bueno, realmente su nombre no importa, él no se sentía anónimo, no se sentía peculiar ni especial, él podía ser muchos de los tios con los que se cruzaba cada mañana en el metro.

Su cuerpo era vulgar, un saco de huesos apenas recubiertos con una fina capa de piel blanquecina que daba un aspecto enfermizo. Ésto unido a sus marcadas ojeras y su pelo desaliñado así como su barba descuidada hacía que la mayoría de la gente lo confundiera con un "yonki" cualquiera.

Él no consumía nada ilegal, de hecho los pocos vicios que alguien pudiera achacarle eran el tabaco y una considerable cantidad de café y alcohol, su problema era que un día consumió la peor droga de todas, esa que cuando la tomas te eleva a la felicidad infinita y hace que vivas literalmente otra vida, esa que a su vez cuando dejas de tomarla te hunde hasta el abismo más profundo del que a priori parece que jamás vas a salir, él una vez estuvo enamorado.

Conforme habían ido pasando los años se había vuelto un escéptico, no creía en nada que no estuviera viendo en ese momento, no creía en el amor, ni en la lealtad, ni en la bondad, ni en el egoismo. Su dios se llamaba Jack Daniels o Ballantines dependiendo del bar en el que se encontrara.

Le encantaba una cerveza fría y un cigarro disfrutando de un domingo en una terracita soleada. No era amigo del deporte ni de los médicos, no se quería en exceso a sí mismo y su mayor pesadilla era quedarse sin tabaco.

Él había sido como tanta gente, esclavo de sus propios miedos durante demasiados años y ahora pensando que todo aquello había quedado atrás se lamentaba de aquel tiempo pasado. Su único error era no saber que todos sus miedos se habían juntado en un sólo, le aterraba no ser feliz.